Promotor de los derechos humanos

 

El valor máximo de la creación, para Jerónimo Usera, era la persona humana. Por haber sido hecho a imagen y semejanza de Dios, todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos. Convencido de ello, el Padre Usera se consagró a defender a los oprimidos, a promover la dignidad de las personas, a buscar por todos los medios el bienestar y felicidad de los pueblos.

La llamada a "hacer el bien en la tierra" la escuchó a la temprana edad de trece años. Voluntariamente, decidió realizar este proyecto desde la consagración religiosa en el Cister. Ordenado sacerdote en 1834, la situación política en España le obliga, en 1835, a cambiar la paz y el silencio del claustro por la contemplación en medio de la acción solidaria y liberadora en la sociedad de su tiempo.

Indígenas de Fernando Poo, llamados Boobis

Movido por la fuerza interior de su experiencia cisterciense, inicia caminos de evangelización y promoción humana en África con amplia visión de futuro, como Jefe de la primera misión Católica de Fernando Poo. Sus motivaciones, nos la cuenta él mismo:

"Ningún otro fin me condujo a aquellos remotos países que el contribuir con mis escasos conocimientos y buen celo al bienestar de sus sencillos habitantes
dándoles a conocer las ventajas de la civilización, cuando va acompañada de los consuelos, de la gracia y luminosos conocimientos que trae en pos de si, la religión del crucificado "

Voluntario en misiones, para anunciar el Evangelio y promover la dignidad de las personas y la felicidad de los pueblos. Esta disposición la confirma D. Antonio Posada, el Patriarca de Indias, testigo de la época:

"... su infatigable celo por la propagación de la Santa Fe Católica le impulsó muy desinteresadamente a solicitar emprender su largo viaje a las Islas de Fernando Poo con los dos jóvenes negros venidos de las misiones e instruidos bajo su dirección (...), y en donde hubiese continuado largo tiempo (...) de no haber caído gravemente enfermo y haberse visto, muy a su pesar, en la precisión de regresar a la Península" ( 1-06-1848). 

Valora fundamentalmente asimismo, la acción misionera del Padre Usera en la propagación de la fe católica. De hecho él estaba convencido de que el único modo de conseguir la convivencia pacifica entre los humanos es el anuncio del Evangelio porque "en la conciencia solo penetra la voz de la religión". Y, para promover el hombre a su total dignidad cree, igualmente que hay que anunciar a Cristo, imagen perfecta de Dios.

Pero "el hombre es cuerpo y espíritu", ser material y espiritual. Jerónimo, promueve por encima de todo el "bienestar" de las personas. Hace la síntesis entre fe y cultura, evangelización y promoción humana. En Fernando Poo, hoy Bioco, antes de construir una iglesia, abre una escuela en la casita que había comprado para sus dos "hijos espirituales". En esto, como en otros aspectos, el Venerable Jerónimo Usera se adelanta a las orientaciones de la Iglesia del Concilio Vaticano II que recomienda:

"Trabajen los cristianos y colaboren con todos los demás en la recta ordenación de los asuntos económicos y sociales. Conságrense con especial cuidado a la educación de los niños y adolescentes por medio de escuelas de todo género" (AG, 12).

Una base fundamental del ser voluntario es la solidaridad. En su tiempo no se empleaba siquiera esta palabra pero si el término teologal "caridad" que incluye el amor a Dios y al prójimo: un amor activo y desinteresado que le lleva a renunciar a todo para mejor servir al hermano. No se trata de la ayuda paternalista que fomenta la dependencia. Lo suyo es la promoción humana integral para que la persona consiga la libertad plena al alcanzar la autonomía económica. No obstante en casos puntuales de extrema necesidad, acude con los auxilios necesarios y, sobre todo, con el apoyo de su presencia amiga.

La dedicación del Padre Usera a los marginados y a los más débiles es una constante en su vida. Acude voluntaria y desinteresadamente donde alguien necesite ayuda espiritual o material aún con riesgo de la propia vida.

"En épocas extraordinarias del cólera y de la fiebre amarilla ha acudido a casi todos los europeos establecidos en la capital de Puerto Rico" (USERA, J.: Instancia a la Reina, 1-06-1864).

 Entre los esclavos. En Puerto Rico, en 1859, apostaban a aquellas playas 900 negros bozales; "con el descuido que pudiera traerse la mas vil mercancía. Desembarcaron desnudos, demacrados, cubiertos de inmundicia y de miseria, calenturientos muchos, llenos de lepra los más, y todos, cual más cual menos, escorbutados". Cuando las autoridades de la isla los declararon libres, el Padre Usera "se estableció desempeñando en beneficio de los mismos no solo el cargo de cura de almas sino el de interprete y hasta ayudaba en la curación de los mismos a los beneméritos facultativos y practicantes que los atendían".

Cataño, actualmente isla de Cabra, en Puerto Rico, donde acamparon los esclavos liberados en 1859. Los esclavos desembarcaron demacrados, llenos de lepra, escorbutados... El P. Usera se estableció en medio de ellos.

Entre los enfermos. En La Habana, donde Jerónimo desempeño durante 27 años el cargo de Deán, no le faltaron oportunidades de ejercer diversos servicios como voluntario. En 1865, v. gr., fue nombrado director del Hospital de S. Felipe y Santiago, destinado a los pobres. Atendiendo a la precaria situación económica de la institución, renunció al sueldo que le correspondían por el ejercicio del cargo. La prensa publicaba el hecho y concluía con el siguiente comentario: Cuán hermoso es servir a los pobres y servirlos tan sólo por amor de Dios.

Mucho antes de esto, Jerónimo Usera, refiriéndose al grave problema de la esclavitud, había escrito:

"Deberé decir para los que no me conocen, que hace tiempo me he consagrado por entero a defender los derechos de la raza negra, a la que amo en Jesucristo, que es el mejor y más desinteresado amor" (Escritos, 225).

Al estilo de Jesús de Nazaret. Jerónimo Usera ama en Cristo y como Cristo en fidelidad al mandamiento nuevo: "Que os améis unos a otros como yo os he amado" (Jn 13,34), hasta dar la vida por los hermanos. Ofrece su apoyo personal, pero fomenta la justicia, denuncia la hipocresía, y pone en marcha mecanismos de promoción y dignificación de las personas más desfavorecidas.

Entre los mendigos. Al final de su vida, y con ochenta y un años llenos de trabajos y sufrimientos, el Padre Usera todavía se siente con fuerzas para desempeñar, como voluntario, la capellanía del Asilo General de mendigos de La Habana. El Presidente del Consejo Económico Administrativo, a raíz de la muerte del Venerable Padre Usera, en oficio al Obispo de la diócesis manifiesta:

"... el hondo pesar causado por tan irreparable pérdida, no sólo en el seno del Consejo que ha visto desaparecer a uno de sus más queridos e irremplazables miembros, sino entre los pobres acogidos en esta Casa de Caridad que veían en él un padre por el solicito cariño que siempre les prodigó,(...) dolor mucho más sensible cuanto lo que hacía el inolvidable y virtuoso finado era gratuitamente y en beneficio de los desvalidos"(Jaime Nogueira, 25-05-1891).

Voluntariamente necesitado y voluntario hasta la muerte. El P. Usera supo hacer suyos los sentimientos y necesidades de los demás, hasta el punto de verse, él mismo, necesitado de ayuda. En sus últimos días le acogió en su domicilio una sobrina política, Dña. María Paz Tomé, segunda marquesa de S. Gregorio. Su pobreza era tan notoria que el Diario de la Marina, periódico habanero, termina así la nota necrológica del Padre Usera: "Murió pobre, muy pobre, porque nunca llamo a sus puertas una necesidad que no fuera al instante socorrida"

Jerónimo Usera voluntario hasta su muerte, nos dejó en herencia su espíritu solidario a través de las instituciones humanitarias que fundó. Un buen ejemplo, para la época en que vivimos, hoy día.